EL PODER DE LA LAVANDA

Por su fantástica fragancia y las propiedades curativas que se le atribuyen, pocas plantas han sido tan apreciadas como la lavanda. Desde las momias del antiguo Egipto a los palacios de las reinas María Antonieta y Victoria, la fragancia a lavanda desprendida por quemadores o velas aromáticas ha protagonizado y serenado los ambientes más ilustres de toda la historia europea.

El nombre proviene del latín “lavar”, porque originariamente se empleaba en los baños como pastilla de jabón. De hecho, hoy mantiene presencia en la composición de numerosos ambientadores para el hogar y productos de higiene.

Es un arbusto perenne con flores de color morado en forma de espiga originario de la cuenca del Mediterráneo occidental. El principal componente de la lavanda es el aceite esencial, muy rico en alcoholes terpénicos (geraniol, linaliol) que son, junto con otras sustancias que la componen, los responsables de su efecto calmante y relajante.

Su inconfundible aroma ha convertido esta planta en la joya por excelencia de la aromaterapia y con ella se elaboran ambientadores mikadosvelas aromáticas, aguas de colonia… Entre los países productores de lavanda se encuentran Francia, como principal proveedor, Bulgaria, Argentina, Japón y, cómo no, España.

Los efluvios de lavanda se han utilizado también como símbolo de distinción entre las personas de sangre real. Como muestra, dos ejemplos:

  • La reina María Antonieta de Francia perdía la cabeza (como no podía ser menos) por los perfumes. El ambiente cargado de malos olores en un palacio repleto de personas, entre cortesanos, invitados y servicio, impulsaba a María Antonieta a distinguirse de la multitud impregnándose de las más maravillosas fragancias que podía encargar. Sus aposentos estaban siempre presididos de flores frescas, violetas y lavanda.
  • Tampoco se quedó atrás la reina Victoria de Inglaterra cuando, según cuentan, su fervoroso apasionamiento por el aroma y color de estas flores impuso la limpieza obligatoria de muebles y suelos para refrescar las habitaciones de su castillo. No contenta con eso, mandó pintar algunos muebles de ese color y disfrutaba de beber té de lavanda para aliviar sus migrañas.

El tradicional y atemporal efluvio de estas flores silvestres que sirven para aromatizar el baño, despejar la mente y favorecer la armonía y la tranquilidad ha sido fielmente reproducido en los ambientadores y velas aromáticas de Lipka.